jueves, abril 17, 2008

:: La Zena


Fotografía e ilustración: Amélie Olaiz

::::La Zena

Estoi organizando una zena de gran pompa para mis amigos eskritores, por eso e decidido kitar algunas letras del texto, las tengo ke usar para poner la mesa, diskulparan la falta de ellas. Les explikaré:
Las “H” las usé komo galletitas para acer los kanapés, por eso no aparecen. En realidad la ausencia de esta letra no me preokupa por ke a fin de kuentas no suena, es muda.
También e kitado las “Q” , las usaremos komo platos. Pensaran: bueno i ¿por ke no eligió las “O”, ke son más adekuadas? el problema es ke no las puedo sustituir por otra letra, en kambio las “Q” sí.
Necesitaremos kopas para bino tinto i blanko, por eso no ben “Y” ni “y” en el texto. Las selekcioné kuando me dí kuenta ke era fácil sustituirlas por “i” o por “ll”. La bentaja es ke el menú no tiene especialidades japonesas o chinas por lo tanto no necesitaremos palitos.
La “h” minúskulas sirben komo tenedores, kreo ke tienen la forma adekuada. Sólo e dejado akellas ke se usan para el sonido “ch”.
Todas las “V” i “v” funcionan komo basos, se ke se be feo el texto, pero el sonido ke se desprende al pronunciar la palabra no baría mucho, por lo tanto me tomé esa libertad. No son mui estables por eso okupé las “W” i “w”, para sostenerlos, komo base de los basos, total ke esta letra kasi ni la usamos.
E tomado también las “C”, si las bolteamos tantito nos sirben komo platos para sopa i las minúskulas komo tazas para el kafé, no e kitado todas las “C” algunas si se necesitan, sólo usaremos akellas ke tienen el mismo sonido ke la “K”. Me ubiera enkantado kitar más “c” por ke las puedo sustituir por “s” pero los españoles tendrían problemas para pronunciar, para ellos son totalmente diferentes, aunke para muchos otros eskritores de abla ispana suenen igual.
Me preokupa un poko la ausencia de kuchillos en la mesa, pero les aseguro ke si toman prestadas las “l” minúskulas i las regresan rápidamente a su lugar no abrá problema.
Las “q” minúskulas las bamos a usar komo kucharas. Las “u” ke kité al usar la “k” en lugar de la “q” serán las kopitas para el tekila, espero ke sean suficientes.
Komo mantel i serbilletas usaré el papel así ke este texto nunka podrá imprimirse, a menos ke tengamos papel de sobra.
Usen con toda confianza los acentos, los puntos i las komas para aderezar la komida.
No pueden faltar flores, ke tal si usamos los signos de admiración.
Señoras, señores la mesa está puesta:

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
HHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
qqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqq
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
QQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQQ
VVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVVV
vvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvvv
YYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY
WWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW
yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy
wwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
CCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCCC
cccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccc
uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu

Komo kasi puedo asegurar ke este texto ba a ser la komidilla, por las barbaridades ke me atrebí a eskribir, lla no e tenido ke kocinar nada. Ke lo disfruten, buen probecho.

martes, junio 12, 2007

:: Lupe


La mujer es como el agua, penetra y transforma hasta la piedra.
Fotógrafo: Amélie Olaiz

En la antesala del quirófano, los González, reunidos, esperaban las noticias del médico.
–¿Por qué se le habrá ocurrido a este pendejo hacerse la vasectomía?, ¿no se quedará impotente?– preguntó Ricardo.
–Claro que no güey, si la cosa es fácil, además en estas épocas y con cinco chamacos. Si ya se tardó.– respondió Jorge.
–Cuando le tocan a uno esos puntos, nada es fácil hermano, nada...–argumentó Ricardo
–En eso si tienes razón– concluyó Jorge.
–¡Ahí viene el doctor!
Enfundado en el traje azul del obrero que repara el cuerpo humano, el urólogo se dirigió hacia los familiares de su paciente.
–¿Cómo está mi hermano doctor?
–¿Salió bien? ¿Ya terminaron?
–¿Lo podemos ver?
–No señores, todavía no terminamos, quiero hablar con la esposa del paciente.
–¿Qué pasa doctor? ¿Hay algún problema?
–¿Se murió mi hermano?
– Cállate pendejo, ni digas esas cosas. ¿Verdad que no se murió?
–No no no, todo está bien, sólo quiero consultar algunos detalles con la señora ¿Dónde está?
–Lupe. ¿Dónde se metió esta vieja?
–¡Lupe! ven acá que el doctor te solicita.
–Dígame doctor ¿Qué pasa?
–¿Puedo hablar con usted en privado un momento?.
–Sí, como no –respondió Lupe
–Venga conmigo –pidió el médico
Caminaron por el largo pasillo y entraron en un consultorio austero.
–Siéntese por favor–indicó
–Señora, lo que le voy a decir es muy delicado, le ruego me responda con toda sinceridad.
–Usted dirá doctor.
–Tengo entendido que ustedes tienen cinco hijos.
–Así es.
–Exploramos a su marido y después de hacer la disección no encontramos los conductos deferentes que conducen los espermatozoides hasta los testículos.
—¿Qué es eso doctor?
–A ver, mmm... lo que quiero decirle es que su esposo tiene un problema de nacimiento que no le permite tener hijos.
–Sí, ya me lo imaginaba.
—No entiendo. Sería tan amable de explicarme.
–Mire doctor; cuando empezamos a buscar familia, pasaron muchos meses sin que lográramos el embarazo. Como usted comprenderá, estar cada mes con la esperanza y luego con la frustración es muy cansado, se va uno poniendo triste y de mal humor. Me fui a checar con el ginecólogo y dijo, después de una revisión completa, que todo estaba en orden. Que sería prudente que mi esposo también se revisara para ver si no tenía él algún problemita.
Por más que le dije a mi marido, no hizo caso. Dijo que yo estaba loca, que él era como semental y que mi ginecólogo era un pendejo, que la cosa no iba por ahí. Total que fui a ver como cinco doctores, sólo para estar bien segura. Después del tercer médico que visité, pensé que ya no tenía caso gastar saliva, mi marido es necio como una mula. Vi a los otros dos nomás por no dejar, todos dijeron lo mismo.
Él es un buen hombre, tiene sus cosas, como todos, pero a mí me gusta así. Conociéndolo como lo conozco, sabía que si no me embarazaba pronto iba a buscar otra mujer, por puro orgullo. Su hermano Ricardo siempre le decía: “Vamos a calar este potro con otra yegua, verán que lueguito tenemos crías”. Esos comentarios ofenden la dignidad de uno, doctor. Sobre todo sabiendo que de cualquier manera iba a ser la misma historia con la otra. Como usted comprenderá no quería perder a mi marido.
Pensará usted ¿Dónde queda la moral?. No crea que la tengo tan perdida, soy educada en familia católica, pero la verdad es que lo que dicen los curitas, no le sirve mucho a uno. Puras prohibiciones y deseos bien intencionados que a la gente se le olvidan en cuanto sale de la iglesia, eso sí, se llevan un montón de culpas cargando que nomás sirven para amargarse la vida y amargar a los demás. Porque, aunque algunos las hayan confesado, nadie se cree que con dos rosarios se borran. Yo respeto mucho a la Virgen y le tengo su devoción, pero eso de padecer como mártir cuando uno puede evitarlo, no va conmigo ¿Qué caso tenía que sufriéramos los dos? La cosa era práctica, un poco riesgosa, pero la pensé muy bien. Empecé a escoger compadre para cuando naciera el niño. Pedro estuvo de acuerdo y hasta le dio gusto que pensara yo con más ánimo. Nomás escogimos compadre y a los diez meses nació el primer chamaco. Cada vez que quería aumentar la familia, como si fuera un conjuro, nos poníamos a pensar quién sería el próximo compadre. Todos los seleccionados estaban casados y tenían prole. Así nos hicimos de cinco hijos y de cinco compadres.
–Pero, ¿ saben ellos que son los padres?
–A lo mejor uno que otro mira al ahijado con duda, algunos, por lo alcoholizados que estaban, no se acuerdan ni de lo que pasó. Ahí le dejo a usted el asuntito, pidiéndole de favor que lo resuelva con la mayor prudencia posible.
El urólogo salió del consultorio dirigiéndose con paso firme al quirófano.
Regresó media hora después diciendo, a los ahí reunidos, que la cirugía había sido un éxito y que en breve podrían ver al paciente. Una mirada de complicidad se cruzó en el ambiente.

sábado, marzo 25, 2006

:: Objeto de Poder


Fotógrfía: Carolina Mendoza

¡Alto ahí!, Policía Federal, ¡deténgase o disparo!
-No le cambies Pepe, deja ver si lo matan o no.
-Seguro se muere mujer, no pueden ganar los malos, ya terminó la persecución que era lo mejor.
...se calienta el aceite, se agrega la salsa para que sazone....
-Déjame ver esa receta Pepe.
-No, qué flojera.
...no puedo irme contigo, si lo hiciera perdería lo que tengo y también te
perdería a ti....
-Es buenísima esa película, déjame verla.
-Ya está terminando.
....cruz de navajas por una mujer, brillos mortales despuntan al alba,
sang.......
-¡Pepe! ese grupo me encanta.
-La canción ya es vieja.
-¡Para de cambiar así los canales!
- No encuentro nada bueno, espérame tantito.

Me quedé en silencio frente a la televisión. El enojo inició la ebullición al unísono del cambio de canales. Me sentía como una olla express a punto de explotar.
.....¡objeción!- a lugar, el fiscal no tiene derecho a....., estabas jugando con ambos lados....el fuego causó severos daños en el área.....¿por qué no quieres que participe en la cosa más importante de tu vida?.....esto es un crimen el que me.....excelencia este hombre provocaría violencia entre.....¿Estamos listos para despegar?......¿qué diablos me está pasando? ¡sáquenme pronto de aquí!......Nunca estuviste en control, sólo creíste que lo tenías....

-¡Qué pares dije!, dame acá ese maldito control.
Le arrebaté el control y dirigiéndolo hacia Pepe, apreté la tecla Power. Un silencio extraño invadió el ambiente. No podía creer lo que veía; ahí estaba mi marido tan quieto como una escultura, con la boca abierta, el entrecejo fruncido y la mano levantada. Por mas que le pedí que dejara de jugar, permanencia totalmente congelado, ni siquiera respiraba. Con mano temblorosa y con expresión de terror volví a oprimir la misma tecla.
-¿Qué haces con el control en la mano?, dámelo ¿Qué te pasa mujer?, estás pálida, pareces muerto, mejor ve a la cocina a tomar algo.
- Sí, sí, creo que tienes razón, eso sería lo mejor.

Regresé de la cocina y, como autómata, me quedé en la cama al lado de mi marido.
....esta novedad, podrá cambiar su vida....usted no es una señora, es el alguacil......no mas remedios que no sirven, utilice este producto.....

Ahora tengo tan bien dominado el novedoso descubrimiento que ni yo misma lo puedo creer.

Cuando mi marido habla de fútbol, me reclama gastos excesivos o se pasa de copas; saco el control, lo dirijo hacia él y le cambio la programación de canales. Cuando la sirvienta quiere irse oprimo canal previo. Si los niños gritan mucho, les bajo el volumen, si hacen berrinche, utilizo mute. A partir de ese día, puedo ver todo lo que se me antoja en la tele, hablo con mis amigas sin ninguna interrupción, las sirvientas me duran años y hasta el perro ha dejado de ladrar.

viernes, febrero 24, 2006

:: Ataduras


Fotografía: Amélie Olaiz

Últimamente no llueve por aquí y el polvo se junta sobre los sentimientos entumidos. Ayer bajé a la ciudad. Hace meses que no lo hacía porque el trabajo ha aumentado y el poco tiempo que me queda libre lo uso para escribir.
Bajé porque me mandaron llamar de la escuela. La maestra sabe que soy cuenta cuentos y quería que leyera uno durante el festival del libro. Llevaba dos bajo el brazo; uno tuyo y uno mío. Seguro adivinarás cuáles.
Caminé por una calle paralela a la principal, mi ánimo no estaba para el barullo propio de la ciudad. Además últimamente se ha llenado de extranjeros y gente rara que usa objetos estrafalarios y máscaras sin chiste. A veces siento que ya no conozco a nadie por aquí. El humor de los nuevos pobladores no me causa gracia, ni encuentro diversión en leer los letreros que cuelgan afuera de sus casas para que sepamos quiénes son. No es lo mismo que cuando iba tomada de tu brazo y comentábamos las locas ideas de uno y otro, o el arribo de algún invasor con nombre novedoso, que en el fondo, sabíamos, era una antigüedad de pueblo. Recordé aquellos tiempos y una lágrima rodó marcando una línea en mi cara de polvorón.
Supe que te tenías que ir antes de que lo hicieras. Y aunque te extrañaba mucho, sabía que una dosis de lejanía le sentaría bien a nuestros arcones que rebosan de un cariño que pide tocarse.
Iba tan ensimismada en tu recuerdo que me tropecé con las evocaciones. Por lo menos eso sentí en aquel momento. Rodé por el terregal un par de metros, pero me levanté rápidamente. No vi nada concreto que me hubiese hecho caer, pero tampoco me detuve a investigar demasiado, cuando uno va de prisa no tiene tiempo para sutilezas. Mi abuela decía que caerse resulta humillante, por eso es mejor reponerse rápido para seguir la marcha, anotar el incidente en la memoria profunda y olvidar el asunto. Así el cuerpo solito se va a acostumbrando a superar las caídas.
Llegué a la escuela tarde, raspada y llena de polvo. La maestra me hizo una mueca de desagrado, pero los niños me recibieron con un escándalo a la medida de mi facha, a ellos no les importan esas cosas de la etiqueta y la pulcritud.
Al iniciar mi voz temblaba, eso siempre me pasa cuando tengo un público al frente. Elena, que da muchas conferencias, dice que ese nerviosismo genera expectativa en los escuchas y hace el discurso más emocionante. Desde que me lo dijo ese instante tiene otro matiz y hasta lo disfruto. Cuando tomé vuelo leí los cuentos haciendo aspavientos con las manos, me movía con la liviandad de quien acostumbra trabajar sobre nubes y simulando que atrapaba estrellas hice voces diversas. Les gustó mi cuento, pero los hice felices con el tuyo. Al final les dije tu nombre.
Uno de los niños se acercó con intención de hablar en privado. Me puse en cuclillas para que nuestras cabezas quedaran a la misma altura. Con el dedo índice señaló algo sobre mi pecho, incliné la cabeza pero de nuevo no vi nada.
—¿Puedo?—preguntó sonrojándose un poco.
Asentí con la cabeza. Juntó dedo pulgar e índice y tomo algo del aire, justo a la altura de mi seno izquierdo, y dio un tirón firme y fuerte. Sentí un vuelco en el corazón. Era el hilo invisible.
Le di un beso tronado que se limpió de inmediato con la manga de la camisa y me despedí rápido del grupo, no tenía tiempo que perder. Había tomado conciencia de mi situación: estaba unida con un hilo invisible. Salí a la calle y caminé por la avenida central, hasta llegar al final del camino. El trayecto no fue fácil porque al hilo, consciente de que ahora lo notaba, le dio por jalarme con demasiada fuerza, además se había enredado a un montón de objetos que tuve que ir librando hasta llegar a la cima de la hondonada que precede la entrada a la ciudad.
Desde ahí te vi venir con la madeja invisible en las manos y el extremo opuesto atado a tu corazón.